El artículo de hoy va de posibilidades. De probabilidad. ¿Cuántas posibilidades hay de que un esclavo del siglo XVII pase a la Historia del Arte? ¿Qué probabilidad hay de que te pinte Velázquez y luego tus propios cuadros compartan museo con él? Pues todas las papeletas de este curioso sorteo las compró Juan de Pareja. Y claro, le tocó.
Juan de Pareja era esclavo de Diego Velázquez, al cual ayudaba en todos los menesteres que le fueran requeridos. Y lo bueno, al igual que lo malo, se pega. Junto a él aprendió a manejar los pinceles, mezclar pinturas y plasmar en el lienzo auténticas obras de arte. Antes de que Velázquez le otorgara la libertad, le dio la inmortalidad pintándolo en uno de sus cuadros tal que así:
Además de posar así de bien para Velázquez, Juan de Pareja firmó algunas obras de arte de gran calidad. Tanto, que hoy día comparten museo (El Prado) con las de su amo y maestro, un honor a la altura de muy pocos.
Otro dato curioso es que en una de sus obras, La vocación de San Mateo, Juan de Pareja se pintó a sí mismo, haciéndolo casi con la misma ropa y pose con la que lo retrató el pintor sevillano.