Benito Pérez Galdós es uno de los grandes escritores que ha dado España. Nacido en Las Palmas de Gran Canaria allá por el siglo XIX, el autor de los Episodios Nacionales obtuvo su reconocimiento en vida, algo muy extraño entre las biografías de las grandes plumas de este país, donde a veces ni la muerte pone la cultura a la altura que se merece.
El reconocimiento en vida a Galdós tuvo su punto álgido y conmovedor en el levantamiento de una escultura a su imagen y semejanza en Madrid, en pleno Parque del Retiro.
El Monumento a Galdós
El 18 de enero de 1919, una gran multitud se daba cita en la inauguración de una escultura que había sido sufragada gracias a una colecta popular (en la que también aportaron el Ayuntamiento, el Ateneo o el Círculo de Bellas Artes). La obra, creada por Victorio Macho, fue una idea de los hermanos Quintero, Mariano Ramírez Ángel, Marciano Zurita y el propio escultor.
El monumento a Galdós lo refleja tal y como era en sus últimos años de vida: sentado, con una manta sobre las piernas, sus manos entrelazadas y con la mirada al frente. A la inauguración, a la que fueron grandes autoridades de la política y las artes, fue también el propio Benito Pérez Galdós, recibiendo así un homenaje en vida que, por descontado, tenía más que merecido.
El único impedimento que tenía el escritor para disfrutar por completo de este homenaje es que se había quedado ciego años atrás. Esto, sin embargo, no le impidió sentir la obra, pues pidió que le auparan a la escultura y la palpó con sus propias manos. El escritor se reconoció en ella, no pudiendo evitar llorar emocionado, agradecido por el reconocimiento que le brindaba el pueblo de Madrid.

Aproximadamente un año después de este homenaje, Benito Pérez Galdós dejó el mundo de los vivos para formar parte de la Historia de España, dejando un legado literario e histórico difícil de superar.
Su último adiós
El día de su entierro fue otra muestra más del cariño que recibió el escritor por parte de sus contemporáneos, pues 20.000 personas (parad un momento a pensar en la cantidad ¡20.000 personas!) acompañaron a su ataúd hasta el cementerio de la Almudena.

Fuentes consultadas: Pasajes de la Historia (La Rosa de los Vientos) y Hemeroteca de varios diarios.