El 21 de enero de 1793 el rey de Francia, Luis XVI, fue guillotinado en la Plaza de la Revolución de París. Aquel día, mientras iba de camino hacia la guillotina, seguro que el rey maldijo una simple moneda… ¿quieres saber por qué?
Los reyes escapan de París
En plena Revolución Francesa, los reyes Luis XVI y María Antonieta, que vivían en el Palacio de Versalles, fueron apresados, llevados hasta París y recluidos bajo vigilancia en el Palacio de las Tullerías (unido en aquel momento a lo que hoy es el Museo del Louvre). A pesar de que la Asamblea General mantuvo en Luis XVI el cargo de rey, lo cierto es que las leyes que se fueron aprobando como consecuencia de las ideas revolucionarias fueron mermando de poder y protagonismo al monarca, al que obligaban a poner fin al Antiguo Régimen que había impuesto hasta entonces.
Hartos por este «arresto domiciliario», los reyes organizaron una huida para intentar conseguir el apoyo de otras monarquías europeas y recuperar el trono tal y como lo concebían. El plan de escape consistió en aprovechar un cambio de guardia nocturno para hacerse pasar por criados y salir en una carroza de caballos con dirección al Este.
Todo parecía salir bien hasta que al hacer un alto en el viaje para cambiar de caballos, muy cerca ya de la frontera, a un hombre llamado Jean-Baptiste Drouet le pareció familiar la cara de uno de los «viajeros». Tras darle vueltas durante unos segundos, cogió una moneda y comprendió por qué le parecía tan familiar, ¡aquel hombre salía en las monedas, era el Rey de Francia!
Si no fuera por salir en las monedas, quizás se hubieran salvado de la guillotina, y la Historia hoy sería diferente.