En esta época en la que los dirigentes de todo el mundo tienen que tomar decisiones arriesgadas, duras y polémicas, está bien recordar cómo lo hacían los persas hace mucho, mucho tiempo.
Según cuenta Heródoto, los persas tenían una curiosa forma de tomar sus decisiones más importantes: “bien bebidos”. Como Heródoto era muy fino hablando, te lo diré de manera que todos nos entendamos: tomaban decisiones borrachos como cubas.
Vamosh a decidirrrrr
El procedimiento era simple. A los persas les gustaba mucho echarse unos tragos de vino, así que se ponían a beber y a beber, como los peces en el río, hasta estar bien calentitos. Cuando empezaban a ver doble, entonces deliberaban sobre el asunto en cuestión, tomaban una decisión y se iban a dormir la mona.
Al día siguiente, ya sobrios y en ayunas, el dueño de la casa en la que habían deliberado repetía en voz alta la decisión que tomaron borrachos (si se acordaba, claro). Si a todos les seguía pareciendo bien la resolución, la ponían en práctica, y si no, pues la revocaban (e imagino que se ponían otra vez tibios a deliberar).
Y si no, al revés
Cuenta Heródoto que los persas también tenían otra versión para deliberar, que era hacer justo lo contrario (el orden de los factores no altera el producto): primero tomaban una decisión sobrios y, después de unos cuantos vinos, revisaban si les seguía pareciendo bien lo decidido.
Parece que para los persas cualquier excusa era buena con tal de pegarse unos buenos lingotazos.
Fuente: Los 9 Libros de la Historia, CXXXIII (Heródoto)
Tengo un amigo persa, me contó de esto, pensé que era una broma.